Seguramente no sabías que el pH de la saliva es relativamente neutro. Esto significa que cuando la saliva se vuelve ácida es porque existe algún problema que puede dañar significativamente tus dientes y, en general, tu salud bucodental.
En primer lugar, hay que saber que la escala de pH mide la alcalinidad o acidez de una sustancia. Esta va desde del 0 hasta el 14, donde 7 representa el punto neutro. En el caso de la saliva, su valor normal suele rondar los 6.7 – 7.4, es decir, se trata de una sustancia relativamente neutra.
¿Qué afecta el pH de la saliva?
Existen diversos factores que pueden afectar en gran medida el pH normal de nuestra saliva. Entre los más comunes se encuentran:
Los alimentos y bebidas que consumes
Existen diversos alimentos que podrían alterar nuestra salud bucal y el pH de nuestra saliva. Especialmente, aquellos que tienen altos niveles de azúcar. Esto se debe a que las bacterias de nuestra boca comienzan a descomponer los carbohidratos de la comida, liberando así varios tipos de ácidos que terminarán bajando el pH de la saliva.
De la misma manera, una dieta con alto contenido de proteínas podría provocar un aumento del pH. En cambio, el calcio puede llegar a neutralizar el pH ácido.
El tabaco
El tabaco es otro factor que podría ocasionar que nuestra saliva se vuelva ácida, afectando severamente al pH de la misma.
Consejos para restaurar el pH de la saliva
Si te preocupa el pH de tu saliva, lo ideal es que visites a tu odontólogo lo antes posible. En este caso, el odontólogo podrá medir la acidez de tu saliva con una herramienta especial conocida como pH-metro. Además, en caso de necesitarlo, te recomendará un tratamiento específico para volver a cifras normales del pH.
Afortunadamente, existen ciertas medidas que puedes llevar a cabo en tu hogar para mantener el pH de tu saliva en valores normales. ¡Estas son algunas de ellas!
- Evitar o disminuir el consumo de refrescos y bebidas muy ácidas.
- Evitar realizar sorbos con bebidas demasiado ácidas.
- Se recomienda enjuagarse la boca con agua después de cada comida.
- Masticar chicles que no contengan azúcar para, de esa manera, aumentar el flujo de saliva.
- Beber leche o comer alimentos que contengan calcio con mayor frecuencia.
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